martes, 18 de agosto de 2009

Guerras frías en mares de agosto

Se levantó para intentar sacudirse la tristeza. Refugiarse en la arena. Desprenderse en el mar de su melancolía. Pero sabía que esta vez no lo conseguiría. No sería tan sencillo. No habría más risas, más caricias. El mirar hacia delante no era tan simple. No había rencor, simplemente desilusión. No había rabia, sólo amor. Desconfianza.

Esta vez era él quien había fallado. Había pasado a convertirse en una repetición de sus errores del pasado. En falsas promesas. En angustias. Ahora el desconsuelo por sentirse vulnerable y despreciada era tan profundo que quizá nunca llegase a desaparecer. Sin embargo, era consciente de que en cuanto pasasen unas horas le perdonaría y estarían en paz para siempre. Hacía tiempo que ella ya no podía evitar que eso ocurriera.

Otra vez se había levantado el muro entre los dos. Probablemente ya nada lo derribase.