lunes, 22 de noviembre de 2010

Nessun Dorma

Habías estado callado todo el tiempo, me cogías de la mano y dejabas que apoyara mi cabeza en tu hombro. Había demasiada confusión alrededor y sentía que de repente todo se había vuelto oscuro. No era nada trágico ni triste. Simplemente un momento de oscuridad, de pérdida, distancia e incertidumbre.

Empezó a sonar una nueva canción. Me susurraste al oído Nessun Dorma. Te miré y supe que había vuelto la luz, que siempre volvería si seguías a mi lado. Sonreíste.

Vincerò! Vinceremo

martes, 16 de noviembre de 2010

Miedo

No le valía de nada lamentarse por lo sucedido en el pasado. La mayor parte de las cosas ni siquiera habían dependido de ella. Pero hubo un tiempo en que se había imaginado una vida en la que era posible por fin romper con todo, alejarse de él para mantenerle en la memoria como un bonito recuerdo. Irse lejos. Y ahora se daba cuenta de que quizá eso no había hecho más que acercarles.
Quizá, al fin y al cabo, no era tan malo. Algo de bueno tenía que tener el no poder parar de llorar como único modo de sacar de dentro todo lo que sentía por él. Quizá.

Después de meses encadenados había llegado el momento de desprenderse poco a poco. De tratar de encontrar un tiempo para cada uno que no fuera con el otro. De ver como iban las cosas sin dependencia. Julia sabía que podía romperse la magia, volverse todo común, podían perderse. Quizá había llegado ese momento.

El miedo había llegado para quedarse


Un mal día

Odio sentir la necesidad de contarte todo.
Odio creer que te alejas y no puedes, o no quieres, encontrar el camino de vuelta.
Odio sentir que dependo de ti

lunes, 1 de noviembre de 2010

Engaño

Aprendimos que nada era como habíamos planeado. El preludio del amor había resultado ser más feliz que el amor mismo, por esa manía tan nuestra de no resignarnos nunca, de siempre querer algo más o algo menos. Así que tuvimos que aceptar que de repente no íbamos al mismo ritmo, no estábamos en el mismo punto, teníamos miedo, no nos entendíamos y nos asustaba demasiado todo lo que habíamos conocido del otro antes de tiempo, no estar a la altura de las circunstancias.


Así que decidimos dejar de creer en el amor, en la perfección, en la felicidad. Aunque todo lo que nos rodeaba evidenciaba que una vez más estábamos equivocados. Quizá el problema estuviera en nosotros. Posiblemente estuviera en nosotros. Sin embargo, mientras estuviéramos de acuerdo en el engaño no nos perderíamos.


martes, 26 de octubre de 2010

Precipicio

Estoy caminando al borde de un precipicio. Voy de tu mano, me agarro fuerte. Pero sé que hay tramos en los que, si me agarro demasiado, estoy a punto de caerme. Es raro. Así que trato de caminar sola, sabiendo que tú estás cerca, vigilándome atento para que no me caiga; atento también para no caerte tú. Siento tu presencia, tu aliento en mi espalda. Pero, en ocasiones, se hace duro seguir andando sin tener la certeza de que sigues mis pasos.

Tu voz me alienta, dice que si seguimos caminando, aunque no pueda verte, aunque no tenga la seguridad que me dan tus ojos en los míos, llegará un punto en el que no habrá precipicio.


Sin embargo, a veces el miedo de dejarte atrás es tan grande, que tengo que girarme. El giro es duro y arriesgado. No sólo porque puede que ya no estés, sino porque el aire que provoca mi movimiento puede hacer que te caigas.


Aún así me giro. Si le quisieras de verdad, me digo, seguirías andando sin mirar atrás. Si no le quisiera, me digo, no estaríamos caminando sobre un precipicio.


Al principio no te veo. Después, logro ver que vienes a lo lejos. Donde el puente está más inclinado. Hay mucha niebla.


-¡Sigue caminando!


-¡Apenas puedo verte!


-Yo sí te veo, ¡sigue!


-¡Pero está todo cubierto de niebla!


-Debe ser en tu tramo, desde dónde yo estoy todo se ve soleado.


Sigo de frente. De repente, noto tu mano en la mía. Miro a mi alrededor. Ya no hay precipicio.



Llegamos, por fin, a la llanura.

Esos días

Cuando todo pende de un hilo es cuando siento la necesidad de escribir.

Cuando recurro al café como única solución para levantarme la moral y salgo de mi habitación para que la claridad de la cocina me permita ver las cosas de otro color.

Es entonces cuando decido que voy a empezar a odiarte, a escribir en una lista todos y cada uno de tus defectos, para conseguir sacarte de mi vida con alguna razón fundada. Por algún motivo concreto.

Pero de repente, suena alguna canción que me recuerda a ti, e inconscientemente mi otro yo recita la frase que tantas veces nos salvó del naufragio últimamente. “¿Cómo fue que no encontramos la salida?

Defectos

Me gustan tus incomodidades.


Me gusta tu insomnio, tus vueltas en la cama, tu adicción al café, tu nerviosismo.

Me gustan tu estómago delicado, tus manos heladas, tu mala circulación.


También, sin embargo, me gusta tu olor y tu piel.


Me gusta que a veces seas irascible y te vuelvas insoportable. Que seas un pesimista convencido para que tus sueños no te hieran.

Me gustan tu independencia y tus hábitos de anacoreta en ciernes. Tu ansiada soledad.


Pero también me gusta tu forma de depender-me y cada una de tus capas.


Me encanta aprenderte de memoria.

lunes, 25 de octubre de 2010

Lucha

Algunas veces estás dispersa, como si tu mente navegara a kilómetros de mí, siento que no puedo llegar a ti completamente y me preocupa. Pero trato de respetar tu espacio.
En otras ocasiones, simplemente estás enfadada conmigo, con la situación, con nosotros dos. Te vuelves irascible y dañina.
Con el tiempo aprendimos que lo mejor es alejarnos momentáneamente cuando eso ocurre. Para no seguir desangrándonos. Entonces, cuando el vacío se hace insoportable, te busco dónde nos conocimos. En aquél libro que me recuerda tanto a ti. Porque en esas ocasiones prefiero encontrarte allí, dónde puedo absorberte, navegar en tus pensamientos, buscar respuestas a todas nuestras preguntas, estar más cerca de ti.
De ese modo las cosas se calman, nos reconciliamos, volvemos a ser nosotros dos con las espadas envainadas. Así, cuando vuelves, te cuento dónde estuve ese tiempo. Sonríes. Y los dos sabemos que estamos cada vez más cerca.

martes, 19 de octubre de 2010

Tiempo

Manejábamos el tiempo a nuestro antojo. Como si estuviera bajo nuestro dominio. Sin prever que aquellos horarios rutinarios, aquellas horas mágicas supondrían un lastre para empezar de nuevo. El café de las once. La sobremesa de las tres. Los mensajes que contenían sitios y fechas. Los mensajes que nunca eran suficiente.


Ninguno de los dos se dio cuenta del momento exacto en el que entramos en la cuenta final.

Ahora, al cerrar los ojos, los datos, las fechas, las palabras me ayudan a recordar como olía tu ciudad en aquel septiembre desapacible. Como olía los primeros días del invierno. Como pasó a oler después.


Y pese a las promesas sin cumplir, o gracias a ellas, sigues estando en los tiempos de espera, en las nuevas canciones, en los viejos versos. Sigues estando en las cosas cotidianas, ayudándome a crear nuevas rutinas que nos mantengan unidos. A pesar de los momentos de desconfianza, de los momentos de rencor y dudas. A pesar del daño causado y de la incomprensión. Sigues haciendo que me ría con cada una de tus cosas. Sigues haciendo que desee contarte hasta las cosas que tienen menos importancia, que el café se derramó sobre aquel libro o que el calentador enrarece el ambiente y seca el aire. Sigues haciendo que los días extraños sean aquellos en los que no estás. En los que alguno rompe la rutina.

Ahora es como si nunca te hubieses ido. Quizá nunca hemos estado tan cerca

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Estado de Derecho



Hoy ha sido jornada de huelga general en España. La causa: la reforma laboral aprobada por el Congreso hace unas semanas.

La reforma laboral consiste, principalmente, en un abaratamiento del despido, reduciéndose la indemnización por despido. Además, se incluye como una de las causas para el despido objetivo por razones económicas que la empresa pueda despedir a un trabajador no sólo cuándo tenga pérdidas sino cuándo prevea tenerlas o tenga una persistente caída de ingresos. ¿Cuándo prevean tener beneficios bonificarán a los trabajadores?

Lo más gracioso del asunto es que el proyecto de ley ha sido presentado por un gobierno socialista que dice proteger los derechos de los trabajadores. Los derechos sociales por los que se ha luchado desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX se están viendo reducidos por una crisis que a quienes más afecta es, precisamente, a los trabajadores.

Quizá la huelga promovida por los sindicatos de clase no haya sido convocada en el momento más oportuno, al haberse ya aprobado la Ley. Sin embargo, ¿es mejor quedarse callado viendo como restringen nuestros derechos? Los sindicatos en España trabajan al servicio del poder, pero que esto sea así ¿nos permite escondernos detrás de esa idea para no ir a la huelga? ¿nos permite criticar los salarios de los sindicalistas sin hacer nosotros nada? Que el pequeño empresario, más afectado por la crisis, pierda dinero por cerrar un día ¿le permite quedarse de brazos cruzados viendo como su Gobierno restringe los derechos de sus trabajadores? Mientras cada uno sigamos buscando nuestro interés individual no conseguiremos nada.

España es una joven democracia que asiste impávida a la restricción de sus derechos sociales y a la progresiva destrucción del Estado de Bienestar, con la excusa de la adaptación a Europa y las medidas para afrontar la crisis. Una Europa creada a medida de Francia y Alemania que, a su vez, asiste impávida a la expulsión por parte del gobierno francés de ¡ciudadanos europeos!

Quizá alguien debería explicarle a la Unión Europea y a los gobiernos de todos sus países que la parte débil de una relación de trabajo es siempre el trabajador, y por tanto es a éste a quien hay que otorgar una mayor protección desde el Derecho. Que los nacionales de Rumanía tienen la ciudadanía europea desde que éste se incorporara a la Unión el 1 de enero de 2007, y son titulares, por tanto, del derecho a la libre circulación por todo el territorio de la Unión, Francia incluida.

Los sindicatos, por su parte, se dedican a coaccionar y ejercer la violencia sobre aquellos trabajadores a los que dicen defender y respresentar.

Quizá alguien debería recordarnos que tenemos que luchar por nuestros derechos. La huelga siempre supone perjuicios, porque es una medida de presión que si fuera inocua no tendría razón de ser pero, ¿acaso no hay que luchar por que se modifiquen aquellas leyes que nos perjudican? ¿No se ha de denunciar la actuación de Sarkozy con respecto a los ciudadanos rumanos sean éstos gitanos o no y su deleznable intervención en el Consejo Europeo?

Seamos consecuentes con la libertad y el Estado de Derecho por el que tanto tiempo hemos luchado, asumamos sus responsabilidades y desterremos el conformismo de una vez por todas.



Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

(Martin Niemöller)




martes, 28 de septiembre de 2010

Septiembre



Estabas en la parada del autobús. Era principios de septiembre, sin embargo en tu ciudad ya refrescaba. La calle estaba llena de gente y yo distraída hablaba con mi compañera. De repente te ví, de espaldas, eras tú sin dudarlo. No te conocía apenas. Quizá correr a saludarte fuera demasiado. Quizá te asustases. Miré el reloj. Me quedé parada en la calle dudando. El mundo se detuvo por unos instantes. Lo necesario para que llegara el bus municipal y me hiciera tomar la decisión de seguir mi camino.


Fue casi una premonición. Desde ese octubre siempre que apareces el mundo se detiene, me hace dudar. Pero ahora ya no sigo mi camino

viernes, 14 de mayo de 2010

De haberlo sabido

Sonaba “ De haberlo sabido”. Se había repetido ese verso cientos de veces, buscando una excusa para no enfrentarse a sí misma. Para no creerse tan débil y tan vulnerable. Demostrando que fue el desconocimiento lo que la llevó a equivocarse. Ahora sabía que nunca fue cierto.

Por muchas veces que le hubiesen proyectado todos los obstáculos, los momentos extraños, las ocasiones en las que la incertidumbre la invadiría y el miedo de perderle fuera como un cuchillo clavándosele en el pecho; por muchas veces que le hubieses repetido que no le convenías, ella hubiera hecho exactamente lo mismo. Porque al final, la esperanza de que esta vez saldría bien era demasiado grande como para resistirse. Demasiado difícil tener que caminar pensando en lo que pudo haber sido, es decir, en lo que nunca fue. Aunque hubiera sabido que estabais, desde el primer momento, condenados al fracaso, hubiera seguido en la batalla. Probablemente porque forma parte de su naturaleza seguir luchando cuando no hay nada que hacer si cree que el objetivo de verdad merece la pena. Pero sobretodo, porque te quería. Porque aunque ni ella misma lo sabía, lo que sentía por ti era capaz de hacerle pedazos y reconstruirla en milésimas de segundo.

Esos meses habían sido los mejores meses de su vida. Mentiría si dijera que todo fueron vino y rosas. Pero la vida real no es siempre vino y rosas. Ahora veía por primera vez de frente, las consecuencias que le traería tu ausencia. Las canciones inservibles, los libros que nunca más podría leer, las películas que nunca podría ver. Los montones de recuerdos que pulularán por su memoria haciendo felices las cosas que no lo fueron tanto, y convirtiendo en magníficos los buenos momentos. Porque esta vez sabíais que tendríais que aceptar la derrota para siempre. Que ya no había vuelta atrás, no habría más intentos, no os haríais más daño. Esta vez conseguiría sacarte del alma de golpe. Como si no reconociera tu olor incluso cuando no hay nadie a su alrededor, como si no te viera en cada una de las cosas del día, como si no fueran todas vuestras canciones, como si no hubieses impregnado todo su mundo, como si no existieses. Se había prometido a sí misma que pasado un tiempo, cuando el dolor remitiera, no volveríais a cometer el mismo error de siempre. Esta vez, sería diferente. Esta vez, será diferente. El exilio será permanente, no habrá tregua.

lunes, 10 de mayo de 2010

Cinco de noviembre


Llegó a casa de la Universidad. Eran las nueve de la noche de principios de un noviembre caluroso. Al entrar en su habitación todo se vino abajo. Estaba totalmente vacía, como ella. Un colchón desnudo y montones de bolsas llenas de ropa evidenciaron que ese hueco había sido en algún momento un lugar confortable.

Se dejó caer sobre él y rompió a llorar. La noticia que conocía desde hace meses pero no había querido afrontar, irrumpió en la tranquilidad de su universo paralelo llenando los rincones de realidad desapacible. Ahora, por fin, el dolor que había conseguido evitar se hacía palpable en cada parte de su cuerpo.

El error había sido no haber tomado la decisión de olvidarle, a la espera de que una mínima posibilidad, la única posibilidad que les unía, volviera a convertirse en certeza. Ahora se sentía traicionada. Él la había dejado sola, en la estacada, había decidido rehacer su vida sin contar con ella, sin siquiera avisarla. Como si la fuerza de las circunstancias les hubiera llevado a esa situación.

Y ahora sabía que tenía que seguir sola. Tenía que olvidarle. Ni siquiera podía contar con él para eso.

jueves, 6 de mayo de 2010

Ausencia (I)

Quise olvidarte
sacándote del alma
mutilándome

miércoles, 28 de abril de 2010

Un día cualquiera

Te fuiste tranquilo y sonriente. Era un día normal, la rutina, el café, el periódico, el viaje en metro, las prisas. Me gustaban tus días normales, porque podía salirme momentáneamente del mundo, cerrar los ojos e intentar adivinar dónde estabas. Así seguía con mis rutinas, mis horarios, mi café y mis prisas.

Te retrasaste cinco minutos en llegar a casa. Oí tus llaves en la cerradura y te llamé desde la cocina. Cuando te ví supe que había pasado.

Te irías esa misma noche. La habías conocido en el sitio dónde solías estar, a la hora de siempre, en el momento preciso. Llegó sin avisar, arrasándolo todo. No me dio tiempo ni siquiera a preguntarte si habíamos sido felices, o sólo habíamos sido una débil aproximación a la felicidad que buscabas.

Te dejé ir sin pedirte explicaciones. Apenas sin hablar. Nada de lo que dijese podría hacer que te quedaras.

Me quedé con mis cosas, con las ganas de contarte todo almacenadas en el cuarto sin luz del fondo de casa. Por si algún día decidías volver.

Dibujé una equis imborrable en mi mano derecha, como solíamos hacer para recordar que teníamos algo que decirnos.

sábado, 17 de abril de 2010

La huida (que te prometí)

Le gustaba apoyarse en su pecho. Acariciarle el pelo. Mirarle a los ojos. Examinar cada centímetro de su rostro, descubrir la historia de cada cicatriz. Cuando esto pasaba, cuando intentaba aprenderse de memoria su cuerpo, un sobrecogedor silencio inundaba la habitación. Era entonces cuando el mundo se detenía, sólo para que ellos pudiesen hablarse con los ojos. Para que pudiesen huir a cualquier lugar lejano. A su país inventado.


Después escuchaba el murmullo de su voz, hablándole de los tiempos que ella no había conocido. De su vida pasada. De su otro yo. Ella cerraba los ojos y sentía su aliento en las mejillas. Le cogía, a ciegas, de los hombros, y sonreía.


Amor, ¿por qué lloras? ¿qué es lo que te pasa?

Será que soy feliz.


http://www.youtube.com/watch?v=fZdnIPPPagU

sábado, 6 de febrero de 2010

Estación Retiro

La vió salir de la estación Retiro justo cuando acababa de llegar. No esperaba encontrársela allí, aunque sabía que desde hacía unos meses vivía en Buenos Aires. Pensó que la ciudad era demasiado grande como para coincidir. Pensó que habría que dejar actuar al destino y ver si éste les volvía a cruzar.

Se quedó inmóvil por un momento, observándola. Ella estaba parada, como esperando a alguien. Llevaba un vestido de verano, zapatos de tacón y los pendientes que él le había regalado el último año de Universidad. Se dio la vuelta, quizá aburrida por la espera y pudo ver que tenía el pelo más corto que entonces.


Julia le vio al levantar la cabeza del periódico. Se quedó paralizada. Él leía un plano por encima de los hombros de la chica que lo sujetaba. Estaban rodeados de maletas. Supuso que era su mujer. Sabía que Miguel se había casado, la noticia le llegó por viejos amigos comunes. Y aquí estaban, ahora. No podían haber elegido otro lugar en el mundo al que viajar en su luna de miel.

Notó como él la observaba. Se puso nerviosa y maldijo haberse puesto pendientes esa mañana, desde hacía un par de años no llevaba adornos. Pero, justo hoy, los había visto en la caja del tocador y se había dado la licencia de rendirse ante la nostalgia por un día.

Se dio la vuelta, no quería tener que hablar con él. Ni siquiera sabía cómo podía seguir aparentemente serena.


Miguel no sabía si acercarse o darse la vuelta. Miró a Carmen. Estaba radiante de felicidad. Siempre pensó que nunca se hubiese enamorado de ella si Julia siguiese estando cerca. Al principio no podía evitar compararlas. Con el tiempo, se habituó a la ausencia de Julia y decidió conformarse con una vida tranquila y sin sobresaltos. Por eso, le debía a Carmen todos los momentos en que se mantuvo a la espera consciente de que él no había olvidado. Le debía las muestras de apoyo y ternura que le había brindado en los momentos más duros. Le debía las promesas por cumplir.


Pero le debía a Julia el amor incansable, los años de conversaciones y silencios en los que había logrado conocerse a sí mismo. Le debía a Julia no haber montado en ese avión.



Cuando volvió a mirar en su dirección ella ya no estaba.