martes, 28 de septiembre de 2010

Septiembre



Estabas en la parada del autobús. Era principios de septiembre, sin embargo en tu ciudad ya refrescaba. La calle estaba llena de gente y yo distraída hablaba con mi compañera. De repente te ví, de espaldas, eras tú sin dudarlo. No te conocía apenas. Quizá correr a saludarte fuera demasiado. Quizá te asustases. Miré el reloj. Me quedé parada en la calle dudando. El mundo se detuvo por unos instantes. Lo necesario para que llegara el bus municipal y me hiciera tomar la decisión de seguir mi camino.


Fue casi una premonición. Desde ese octubre siempre que apareces el mundo se detiene, me hace dudar. Pero ahora ya no sigo mi camino

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