sábado, 17 de abril de 2010

La huida (que te prometí)

Le gustaba apoyarse en su pecho. Acariciarle el pelo. Mirarle a los ojos. Examinar cada centímetro de su rostro, descubrir la historia de cada cicatriz. Cuando esto pasaba, cuando intentaba aprenderse de memoria su cuerpo, un sobrecogedor silencio inundaba la habitación. Era entonces cuando el mundo se detenía, sólo para que ellos pudiesen hablarse con los ojos. Para que pudiesen huir a cualquier lugar lejano. A su país inventado.


Después escuchaba el murmullo de su voz, hablándole de los tiempos que ella no había conocido. De su vida pasada. De su otro yo. Ella cerraba los ojos y sentía su aliento en las mejillas. Le cogía, a ciegas, de los hombros, y sonreía.


Amor, ¿por qué lloras? ¿qué es lo que te pasa?

Será que soy feliz.


http://www.youtube.com/watch?v=fZdnIPPPagU

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