lunes, 10 de mayo de 2010

Cinco de noviembre


Llegó a casa de la Universidad. Eran las nueve de la noche de principios de un noviembre caluroso. Al entrar en su habitación todo se vino abajo. Estaba totalmente vacía, como ella. Un colchón desnudo y montones de bolsas llenas de ropa evidenciaron que ese hueco había sido en algún momento un lugar confortable.

Se dejó caer sobre él y rompió a llorar. La noticia que conocía desde hace meses pero no había querido afrontar, irrumpió en la tranquilidad de su universo paralelo llenando los rincones de realidad desapacible. Ahora, por fin, el dolor que había conseguido evitar se hacía palpable en cada parte de su cuerpo.

El error había sido no haber tomado la decisión de olvidarle, a la espera de que una mínima posibilidad, la única posibilidad que les unía, volviera a convertirse en certeza. Ahora se sentía traicionada. Él la había dejado sola, en la estacada, había decidido rehacer su vida sin contar con ella, sin siquiera avisarla. Como si la fuerza de las circunstancias les hubiera llevado a esa situación.

Y ahora sabía que tenía que seguir sola. Tenía que olvidarle. Ni siquiera podía contar con él para eso.

2 comentarios:

  1. plas plas plas!! (Aplausos desde Madrid!!!)
    Me encanta Emma! Por cierto, ya sabes que siempre miro por tu inspiración, y una vez regalada la libreta para tus relatos, creo que toca que vengas a la capi a inspirarte!
    Un beso enorrrrme
    Beita

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  2. Las dos últimas frases me parecen un tanto... sublimes...

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